miércoles, 18 de febrero de 2009

Sueños que no son sueños

Anoche soñé. Era un sueño bastante copado, y en colores. Había muchos colores. Mucho verde, que me hacían pensar en vida.

Era raro la verdad, pero para remontar a una imagen conocida era como una pradera. Una pradera, y también había un valle, y montañas. O sierras, más bien. Y un río. Un río que hacía ruidito de río. Viste ese ruidito qué hacen los ríos, los que son chiquitos. Ese que se escucha solo en el silencio.

Bueno yo me sentaba ahí y miraba. Más que mirar, observaba. Pero no había tiempo. Podrían ser meses, horas, o minutos. No había.

Bah, en realidad en los sueños no hay tiempo… creo.

En fin, yo estaba observando. Había sol, del lindo. Ese que te pega en la cara y te hace sentir vida, naturaleza. Ah, y una brisa. Aire, lleno de oxígeno. Viste cuándo respiras, en forma conciente, llenas los pulmones y te sentís inmortal.

Era todo inmortal, eterno.

En un momento se lleno de gente, pero gente que no “molestaba”. Disfrutaba igual que yo. No tenían caras, pero no se cómo sonreían.

Me dieron muchas ganas de compartir eso con alguien y me puse a buscar algún conocido. No había nadie. Aún así no me sentía triste, todo lo contrario, y seguí disfrutando.

Como no había tiempo, no se cuanto paso, pero alguien se sentó cerca. No lo mire porque sabía no iba tener cara tampoco. Se acerco más y más, hasta que de repente me abrazo. No me asuste ni me sorprendí. Le devolví el abrazo. Estaba muy bueno, era fuerte y cálido, y sobretodo conocido, así que apreté más fuerte yo también… Sonó el despertador, pero lo recibí con una sonrisa.

Estuvo genial, ojala lo hubiera soñado de verdad.

No hay comentarios: